Probando límites

05/08/201705/08/17
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Hay una edad, donde empiezas a probar tus límites, qué tan alto, qué tan bajo. En algún momento de mi vida, tuve esa edad y rompí mi límite.

Estaba platicando en el patio de la Cineteca, intentando encontrar a una mujer con ciertas especificaciones. Todo comenzó con una plática de gustos y un malentendido entre la definición de belleza y atracción, aunque dejando todo de lado, estábamos ahí para buscar a una mujer guapa y un helado.

Rápidamente nos distrajimos con el encargado de los helados, un mamón a punto de cerrar, con poca paciencia hacia un grupo distraído. En su defensa, Fernando no le estaba poniendo la atención necesaria para que hiciera su trabajo eficientemente y tuvo que tirar un envase pequeño porque Fernando cambió su opinión en el último momento y decidió que 3 pesos de diferencia justificaban un tamaño más grande. Ivonne corrió al baño asustando a una anciana segura de que había cerrado la puerta, luego por experiencia propia descubrí que los seguros en las puertas de los baños de la Cineteca son una mentira.

Con un helado, cada uno caminamos buscando un refugio para el par de fumadores, llegamos al final de la Cineteca y al lado de un bote de basura verde se alcanzaba a leer "zona de fumar", sin lugar a dudas la zona más deprimente de la Cineteca.

Después de terminar su cigarro encontramos una mesa disponible, Ivonne le advirtió a Fernando que se iba a sentar sobre mis piernas, que por favor no lo tomara como una falta de respeto sino como la causa de la ausencia de una chamarra.

¿Alguien sabe qué significa este símbolo? dije, mientras le mostraba a los dos mi celular con una foto que me acababan de mandar, haciéndome la misma pregunta. Es judío, una estrella de David, dijo Fernando sin voltear a ver dos veces. Yo, aún con la duda, ya que había más elementos que una estrella de David en la foto, no presté mucha atención a la plática, que rápidamente se enfocó en el Judaísmo.

Pero entonces te conviertes y ya, asunto arreglado, le dijo Ivonne a Fernando. No puedes convertirte al Judaísmo, no es así de fácil. ¡Según yo sí!

Si alguien me tiene que cortar el pene, jamás consideraría el Judaísmo, protesté yo. Si no estás circuncidado, tienes que hacerlo, contestó Fernando en lo que volteaba a ver su celular, momento que aprovechó Ivonne para voltearme a ver con una cara confundida, dándome a entender que ella tenía la impresión de que yo estaba circuncidado. La confusión se volvió mutua, ya que si alguien ha tenido mi pene de cerca y a quién le confiaría responder esa pregunta, es ella.